Por Bernalda Páez
Equipo de Redacción
Alexander ten metas, sueños, aspiraciones, fija tu rumbo, dale a todo empeño, lo mejor de ti mismo. Trabaja para labrar tu futuro, sin dejar de aprovechar con alegría los ratos buenos.
Una de las fórmulas más difíciles de la vida es encontrar el balance entre el “carpe diem” (aprovecha el momento) que predicaban los renacentistas y proveer para el futuro, como la hormiga de la fábula que ahorró parte del fruto de su trabajo para los duros días de invierno.
No sé por qué te digo todas estas cosas. Ya las sabes. Tus padres y abuelos te las hemos inculcado. En estos momentos tenemos que dejarte andar solo, equivocarte, caerte, volverte a levantar, como cuando eras pequeño. Solo que ahora tus pasos no serán en la pequeña y alfombrada habitación de tu bisabuela donde caminaste por primera vez, sino en el mundo del Siglo 21, competitivo, apurado, tecnológico. Tu mundo. El que te ha tocado vivir. Lleno de retos y promesas, pero en el que aún hay violencia e injusticias a las que no puedes vivir ajeno, como ser humano y como futuro profesional el día de mañana. Sé sensible al dolor de los menos afortunados. Que las injusticias siempre despierten en ti el deseo de luchar por un mundo mejor.
Espero que en tiempos venideros –ya que vas a estar siempre cerca de mí, si Dios así me lo concede, porque príncipe de mi alma, Jehová es que todo lo puede, tengamos largas conversaciones sobre todo lo humano y lo divino. Ojalá pueda ser para ti una influencia positiva en estos años fundamentales para tu formación académica, profesional y personal.
Mi amor de mi alma, felicidades en tu cumpleaños y que Dios te bendiga en esta nueva etapa de tu vida, y siempre. El cariño de toda tu familia te acompaña, especialmente el de Nuestro Dios todopoderoso.