Por. Periodista Cándida Figuereo Figueroa
Opinión
Conocí al padre
Rogelio Cruz en el sector de Cristo Rey, en Santo Domingo, donde ostentaba la
función de sacerdote en un momento en que los más empobrecidos que residían en
ese lugar le veían como su salvador porque ayudaba en todo lo que le era
posible para tratar de sacar del marasmo a los más necesitados con sus consejos
y acciones concretas.
¿Una espina en
el zapato? Jamás. Si el fuere una espina en el zapato como consideran
algunos que no hacen y sufren que otro haga, nadie lo aclamaría y defendería por
sus obras tangibles y otras que no se ven porque no las anda cantaleteando.
Supongo que debe
haber por lo menos un centenar con la vocación del padre Rogelio en lo que
tiene que ver con la ayuda material y espiritual en las que usualmente está
inmerso a favor de los más desposeídos.
Sería bueno, ¿Por
qué no?, conocer lo que hacen los demás pese a que no pocos prefieren pasar
inadvertidos.
Quiérase o no,
el padre Rogelio tiene una impronta bien ganada por su constante ayuda a favor
de quienes más lo necesitan, sin esperar ninguna retribución, salvo la gratitud
permanente de todas esas personas que por una u otra razón le aprecian y
respetan.
Sería una
incongruencia pretender alejar al padre Rogelio de su país donde se ha ganado
un sitial porque hace lo que otros no hacen y dice lo que a no pocos le provoca
escozor.
Lógicamente,
cada quien tiene su forma de ser y eso debe respetarse a los demás que están en
similar función. QUE LÁSTIMA QUE NO HAYA UN CENTENAR DE PADRES COMO ROGELIO
AUNQUE FUEREN CLONADOS. Todo el que pueda ayudar en las labores que este
sacerdote lleva a cabo a favor de los más menesterosos, debe hacerlo.
La vida es breve
y nadie se lleva nada, absolutamente nada. El padre Rogelio,
probablemente a los ojos de algunos sea ¿Una espina en el zapato? Empero,
todos los empobrecidos que de un modo u otro han recibido su ayuda como un
enviado de Dios le veneran. Y no pocas personas, en distintos escalones
sociales, también le respetan y aprecian por hacer lo que otros no hacen.